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Mostrando entradas de febrero, 2014

El pianista

En la quietud de ese enorme salón estaba el pianista sentado en su banqueta preferida, de Madera oscura y cuero negro. Un hombre alto y flaco con su mejor esmoquin de gala. Las manos parecían flotar sobre el teclado a la espera del momento justo para hacer sonar todas y cada una de esas teclas. Sus dedos largos y blancos parecían alborotarse. El público aguardaba la magia del sonido en un silencio perfecto. Casi como si estuviesen apagados.  La intensidad de la luz fue desapareciendo y el sonido empezó a brotar de la caja majestuosa. Los oyentes se encendían a la medida que el pianista insistía con cada tecla mas y mas fuerte.  Estaba interpretando la mejor pieza, la que mejor sabía, la que más le gustaba y la que más apasionaba al auditorio. El sonido aumentaba cada vez más y mis gritos se escuchaban cada vez menos. Mi voz desesperada quedo silenciada por esa secuencia de notas maravillosas y los alaridos de auxilio quedaron opacados por un elixir musical delirante. “Deja en paz esas