Una fantasia



Meditando vino a mi mente una imagen muy concreta. Me vi parado en el marco de la puerta de tu habitación. No sé si note las velas por el aroma o por la luz tenue. Pude escuchar una música muy tranquila y muy relajante. Y ahí estabas vos, con todo tu esplendor, tirado en la cama. Sé que me mirabas fijo porque veía el brillo de tus ojos celestes y pude sentir esa mirada penetrante que tanto me gusta.  No hizo falta decir una sola palabra para entender que tenía que hacer. Me acerque al borde de la cama, apoye mis brazos a tus costados, mi cuerpo por sobre el tuyo y de un momento a otro nuestors labios se encontraron. Mi corazón latía cada vez más rápido pero la respiración era cada vez más lenta. No podía articular una sola palabra. Y no hizo falta. Parecía que nuestros cuerpos sabían que tenían que hacer. Nos fuimos sacando la ropa y nos revolcamos hasta deshacer la cama. Nos encontramos en las posiciones más extrañas y pudimos sentir la pasión en carne propia. No queríamos que se terminara nunca. Como si pudiésemos detener el tiempo en ese punto exacto en el que estas en lo más alto del clímax. Nos quedamos desnudos y abrazados sintiendo la piel del otro hasta que se apago la última vela.

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