Una cita y un ciego

Ahí, parado, en la esquina convenida y a la hora indicada. Pese a que no lo había visto nunca lo reconoció al bajar del colectivo por la vestimenta. Estaba esperando ese momento clave en el que podría constatar si era el de la foto. Quería que fuera ese o, tal vez, mejor aún. Simplemente era ese, ni mas ni menos. Acompañaron la caminata con una charla básica, quizás algo incomoda. El primer momento de una cita casi a ciegas. Ese instante en el que ambos estaban analizando al otro casi como si quisieran sacarle una radiografía. Se sentaron en la mesa con un café cada uno y avanzaron con la conversación. Ya con las tazas vacías decidieron seguir caminando y emprendieron la vuelta al punto de partida. Iban agarrados del brazo creyendo que podrían protegerse del viento pero él sabia que el frió que sentía estaba en su sangre y lo recorría por dentro. Llegados a la parada y a la espera del colectivo que lo llevaría de vuelta se sentía la tensión del momento. Casi con un pié en el primer escalón, a punto de irse, le dio un beso en la boca y se alejó. Cuando sus labios se tocaron puedo darse cuenta que estaba muerto por dentro. Ya no sentía nada y sabía que nunca mas iba a poder hacerlo. No quería volver a sufrir como esa última vez que le dejaron el corazón roto. Vivir o morir le daba exactamente lo mismo. Sin emociones no habría manera de diferenciar una de la otra. El amor de su vida se había subido al colectivo y él lo había dejado pasar por ciego.

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