En el cautiverio del amor fui pleno

En el cautiverio del amor fui pleno. Me deje llevar sin pedir rescate y ahora estoy preso en un incendio sofocante. Años de lagrimales secos me obligan a llorar con las palabras y eso duele mil veces más porque se llora con sangre. El cielo se pone negro y la tormenta ya está instalada. No hay pararrayos que nos defienda ni paraguas que nos proteja. Estamos más desnudos que nunca. Indefensos como el cachorro humano que nace y busca el amor tan necesario para sobrevivir. La celda del auto confinamiento tiene el cerrojo abierto pero no quiero abrir la puerta. No hay mundo para mí ahí afuera. No pertenezco y no me pertenece. La insoportable obligación de ser me invita a recorrer caminos de dolor y pena. Fui feliz a pesar de todo pero todo peso más y entonces ya no fui feliz. Y si no soy feliz entonces no quisiera ser nada. Y entonces nada fui.

 Sentí que nos alejábamos. Sentí que había una luz al final del camino pero el camino seguía mas allá y allá ya no había luz. En la oscuridad estábamos juntos pero no nos veíamos. Las agujas de este reloj están afiladas como el cuchillo del carnicero y cada minuto que pasa va cortando la realidad de lo que alguna vez quisimos ser y que fuimos. Este reloj no corre tan rápido como para matarme y por eso me deja en la agonía. Caen las gotas y la habitación se llena de sangre hasta ahogarme.  Las mismas palabras que me liberan son las que me condenan y voy y vengo tantas veces que pierdo el rumbo del camino y te pierdo a vos y si vos no estás yo no sé a dónde ir o simplemente no quiero ir a ningún lado. Lejos quedo la perfección de lo que fuimos porque “nada” es perfecto y yo ya no soy “nada” porque estamos juntos y juntos somos mucho mas que nada aunque no seamos perfectos. Quizás al amor entre nosotros sea un ideal inalcanzable o inexistente y si así fuera entonces esto es lo más cerca que puedo estar de amar y eso para mí era mas que suficiente.